“Sodalicio de Vida Cristiana: Décadas de Abuso e Impunidad bajo la Lupa del Vaticano”
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Víctimas esperan acción decisiva del Vaticano tras años de denuncias contra la organización religiosa peruana.
En el corazón de la sociedad peruana, el Sodalicio de Vida Cristiana (SCV) enfrenta acusaciones de abuso sexual, físico y psicológico que han manchado su reputación desde su fundación en 1971. Cuatro décadas después, las víctimas siguen clamando por justicia, esperando que el Vaticano intervenga de manera definitiva en un caso que ha conmocionado a la comunidad internacional.
Santiago, quien sufrió abusos a los 17 años, relató cómo fue víctima del fundador del SCV, Luis Fernando Figari. “Me llevó a una habitación y me violó”, confesó Santiago, cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad. Este caso no es aislado; más de una docena de víctimas han presentado acusaciones similares, lo que llevó al SCV a admitir los abusos y a separar a Figari del grupo en 2017.
El informe elaborado por expertos internacionales en aquel año reveló testimonios desgarradores y condujo a una petición de perdón por parte del SCV. Sin embargo, las medidas tomadas hasta ahora no han satisfecho a las víctimas, quienes demandan acciones más contundentes, incluida la posible disolución de la organización.
El caso ha escalado a niveles más altos de la Iglesia católica, con investigadores del Vaticano, como el arzobispo Charles Scicluna y monseñor Jordi Bertomeu, visitando Lima para entrevistar a las víctimas y evaluar las acusaciones. “Estamos trabajando en esto”, confirmó el papa Francisco en 2023, asegurando que el Vaticano está comprometido en traer luz a esta situación.
Mientras tanto, el sistema jurídico peruano ha mostrado limitaciones, desestimando un caso penal contra Figari en 2017 por prescripción de los delitos. A pesar de esto, un caso por secuestro y lesiones psicológicas graves sigue en trámite, buscando hacer justicia para las víctimas que han sufrido durante años.
Pedro Salinas, periodista y víctima del SCV, es uno de los que han alzado la voz, escribiendo directamente al papa Francisco para solicitar una intervención más firme. “Queremos que se tomen medidas radicales”, dijo Salinas, reflejando el sentir de muchos afectados que buscan no solo justicia, sino también un cambio profundo en cómo la Iglesia maneja estas acusaciones.
Este caso pone de manifiesto la lucha continua por la justicia y el cambio dentro de instituciones poderosas, mientras las víctimas y sus familias aguardan resoluciones que puedan finalmente ofrecerles algo de paz y cerrar un capítulo doloroso de sus vidas.