Estrategias del chavismo en elecciones: el riesgo de una nueva “operación remolque”
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El analista político Alejandro Hernández revela las tácticas del régimen de Maduro para manipular los comicios y mantenerse en el poder.
La oposición venezolana enfrentará el próximo 28 de julio una prueba crucial en las elecciones presidenciales: movilizar a un electorado desmoralizado tras años de persecución, amenazas, humillaciones, detenciones arbitrarias, divisiones internas y violencia que han dejado numerosos muertos y heridos. Su objetivo es derrotar al régimen chavista liderado por Nicolás Maduro a través del voto.
Aunque el desafío es considerable, todas las encuestas muestran una ventaja significativa para el candidato opositor, Edmundo González Urrutia, frente a Nicolás Maduro. Esta ventaja es el resultado de más de veinte años de decadencia socialista que han sumido a Venezuela en una crisis generalizada, especialmente en la economía y la seguridad.
Consciente de que las cifras no le son favorables, el chavismo ha recurrido desde el inicio del proceso a sus conocidas artimañas para dificultar una elección justa. Uno de sus mayores éxitos hasta ahora ha sido la inhabilitación de la líder opositora María Corina Machado, quien tuvo que ceder su candidatura a González Urrutia.
El analista político Alejandro Hernández, director de La Gran Aldea, ha señalado las tres principales trampas que el chavismo podría emplear el 28 de julio para incrementar sus votos de manera fraudulenta.
Control social y clientelismo
Hernández subraya que el control social será un elemento clave en la estrategia del régimen, utilizando programas sociales y bases de datos como las del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) para movilizar e intimidar a los votantes.
“¿Qué hace el chavismo? Utiliza las ayudas sociales y las bases de datos de los CLAP para sacar a la gente de sus casas y llevarla a votar, intimidándolos con la idea de que sabrán por quién votan”, explicó Hernández.
Intimidación a testigos electorales
La segunda trampa consiste en la manipulación en centros de votación, especialmente en zonas rurales y bases de misiones controladas por el chavismo, donde los votos opositores pueden quedar sin supervisión adecuada.
Hernández indicó que se lleva a cabo una campaña de miedo contra los testigos electorales de la oposición, coaccionándolos para que abandonen sus puestos y dejando la vigilancia en manos de los chavistas.
“Intimidan a los testigos de la oposición para que no cuiden los votos, permitiendo así la manipulación de las máquinas electorales. Por eso vemos resultados desproporcionados en ciertas mesas, donde la oposición pierde por 99 votos a 1”, añadió Hernández.
La “Operación Remolque”
Otra táctica recurrente del chavismo es la “Operación Remolque”, donde al final del día movilizan a empleados públicos y otros sectores dependientes del Estado para votar y aumentar la diferencia.
“Al final de la jornada, si necesitan abultar el resultado, movilizan a todos los vinculados con ellos, amenazando a los empleados públicos con perder sus trabajos si no votan por el oficialismo”, explicó Hernández.
¿Cortes de energía eléctrica?
Los cortes de energía eléctrica también son una posibilidad. Si el régimen prevé una derrota, podrían recurrir a apagones para dificultar la llegada de los votantes a los centros de votación y afectar el sistema de voto electrónico.
Como precedente, Hernández recordó las elecciones presidenciales de 2019 en Bolivia, donde una supuesta falla en el sistema de transmisión de resultados generó denuncias de fraude y protestas.
La estrategia de protección del voto
Hernández sugirió que la oposición refuerce el “Plan 600K”, diseñado para proteger los votos en centros críticos, con testigos organizados y preparados para evitar manipulaciones del chavismo.
Con la ausencia de la Misión de Observación de la Unión Europea y la participación limitada de observadores internacionales, la sociedad civil debe estar alerta y activa para defender su voto y documentar cualquier irregularidad.
La Plataforma Unitaria Democrática (PUD) ha confirmado la presencia de testigos en más del 98 % de las mesas de votación, con la esperanza de superar esta cifra para el día de las elecciones.