El Niño y el cambio climático desencadenan cifras récord de catástrofes en Latinoamérica
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El año 2023 marcó un récord en la frecuencia de desastres naturales en América Latina y el Caribe, con 67 eventos climáticos adversos registrados, de los cuales el 77% correspondió a tormentas e inundaciones.
La combinación del fenómeno de El Niño y los efectos adversos del cambio climático impulsado por la actividad humana resultaron en un aumento sin precedentes de eventos climáticos extremos en la región. Según un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una entidad de la ONU, el año pasado fue el más caluroso en registros para estas zonas, lo cual exacerbó fenómenos como el aumento del nivel del mar, la retracción glaciar, y una alteración significativa en los patrones de lluvia, que desencadenó tanto sequías e incendios como inundaciones y deslaves.
Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, atribuyó estos incrementos a una combinación de factores relacionados con El Niño y el cambio climático antropogénico. El Niño es descrito como un patrón climático que normalmente ocurre cada dos a siete años y puede durar de nueve a doce meses, caracterizado por el calentamiento de la superficie oceánica en el Pacífico tropical, pero que ahora se presenta en un contexto de un clima global alterado.
Entre los eventos más devastadores del año estuvo el huracán Otis, que en octubre destruyó el balneario de Acapulco en México, dejando un saldo de 45 personas fallecidas y daños económicos extensos. Además, se resaltó una severa sequía que afectó gravemente el nivel del río Negro en la Amazonía, alcanzando mínimos históricos, y que perturbó significativamente el tráfico a través del Canal de Panamá desde agosto.
El informe también detalló que el calor extremo fue una constante durante el año, con registros que superaron máximos históricos en México, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Perú, y se observaron incendios forestales extensos en diversas regiones.
La OMM destacó también el preocupante aumento en el nivel del mar, que en algunas áreas del Atlántico supera el promedio mundial. En Chile, el glaciar Echaurren Norte perdió una cantidad considerable de su masa desde 1975.
Finalmente, aunque se reconoce que los servicios meteorológicos y climáticos en la región son insuficientes, se han logrado avances para mejorar la resiliencia del sector salud frente al cambio climático, con varios países desarrollando planes nacionales de adaptación en este ámbito.